Antonio María Sáenz fue el primer rector de la Universidad de Buenos Aires, aunque se podría afirmar que fue el principal responsable de su creación. Intervino activamente en la causa revolucionaria y fue uno de los firmantes de la declaración de la independencia.
Figura de Antonio María Sáenz
La férrea defensa del presbítero Antonio María Sáenz del proyecto que pretendía una universidad pública en Buenos Aires dio sus frutos en 1821. Fue quien persuadió a los sucesivos gobiernos encabezados por Pueyrredón, Rondeau y el provincial de Martín Rodríguez, para ocuparse de la necesaria educación superior en la Argentina.
Se encargó en persona de los proyectos de creación, de su organización y finalmente, en 1821, Sáenz fue designado por Martín Rodríguez, consejero del gobierno en materia de estudios. Entre los argumentos del rector para la fundación de la universidad, sostenía la necesidad de la misma “para no caer en una generación de barbarie a la que estamos próximos”.
Consciente de que las instituciones educativas existentes corrían riesgo de desaparecer en medio de la crisis revolucionaria, pretendía salvar los modestos logros heredados de la colonia creando una universidad que los albergara. Supo que la primera apuesta debía ser la agrupación de las instituciones ya existentes, organizándolas bajo una enseñanza inspirada en un espíritu nuevo.
Inaugurada el 12 de agosto de 1821, la Universidad de Buenos Aires fue organizada en 6 departamentos. Dadas las circunstancias de la época, los sectores más vitales de la nueva institución, fueron la enseñanza primaria y preparatoria.
Sáenz destinó toda su atención a la extensión de la educación: ordenó la creación de numerosas escuelas en las ciudades de la campaña, y realizó una gira por la provincia con el objetivo de evaluar la calidad de los colegios.
Además de ser rector en la UBA, Sáenz fue director del Departamento de Jurisprudencia, antecesor directo de la Facultad de Derecho. Tuvo a su cargo la cátedra de Derecho Natural (1822) y de Gentes (1823), redactando para sus alumnos las Instituciones Elementales, convirtiéndose así en el primer autor de la Universidad.
SU VIDA
Antonio Saénz nació en Buenos Aires el 6 de junio de 1780 e inició sus estudios en el Colegio de San Carlos a los 15 años. En 1801 fue a estudiar a Charcas, donde se graduó en Cánones, en Teología y luego en Jurisprudencia. Allí fue compañero de estudios de Mariano Moreno.
En 1804 ya tenía matrícula de abogado en la audiencia de Charcas. Cuando regresó a Buenos Aires en 1805 fue nombrado catedrático de teología en condición de suplente y designado funcionario de la catedral de Buenos Aires. Por entonces ya se había ordenado como sacerdote. En 1807 lo nombraron defensor general de los derechos y acciones de la catedral.
Participó en el cabildo abierto del mes de mayo de 1810 afirmando que era hora de que el pueblo “reasuma su originaria autoridad y derechos”. Intervino activamente en la causa revolucionaria y fue integrante de la sociedad patriótica.
Ocupó distintas responsabilidades en los gobiernos revolucionarios. En 1815 fue designado para negociar un tratado de paz con los comisionados mandados por Artigas. Fue uno de los 29 firmantes de la declaración de la independencia como diputado al congreso por Buenos Aires, de los cuales 11 eran sacerdotes.
EL OBISPO Y LA CÁRCEL
El protagonista de esta historia, el presbítero Sáenz, vivió enfrentado al obispo de Buenos Aires, Lué y Riera (o Riega) desde 1805. Entre otras razones, porque mientras Lué fue uno de los defensores de la causa española, Sáenz defendía la independencia.
Una noche de marzo de 1808, el presbítero Antonio Sáenz, fue atacado por una fuerza armada enviada por funcionarios del Virreinato. Se lo acusaba de haber presentado al rey una denuncia por procederes irregulares del obispo Lué y Riera. Se lo acusó además, de haber sobornado y engañado a varios de los sacerdotes que acompañaron con su firma el documento.
Aquella fue una causa muy comentada, intervinieron allí el virrey y el cabildo y le costó a Sáenz haber estado preso, desde mediados de 1808 hasta abril de 1809.
Tal vez ese enfrentamiento y los meses que pasó en la cárcel por cuestiones relacionadas con Lué, determinaron que cuando en 1812, Sáenz encontró muerto al obispo, se convirtiera en un sospechoso fundamental.
A pesar de estas vicisitudes, las crónicas de la época cuentan que el presbítero Antonio María Sáenz siguió el curso de su vida y del proyecto que lo llevaría a convertirse en el primer rector de la Universidad de Buenos Aires, aunque pronto se vería truncado por una prematura muerte, a sus 44 años.