Un equipo de la UBA está trabajando en descubrir a tiempo el cáncer de páncreas, uno de los más agresivos y mortales. Hoy en día suele detectarse recién cuando ya está en una etapa avanzada, lo que resulta en que el 75% de los afectados no llegan al año de sobrevida.
Daniela Papademetrio estudiando muestras de laboratorio.
Investigadoras e investigadores de la Universidad de Buenos Aires están trabajando en la detección temprana del cáncer de páncreas mediante biomarcadores. Es decir, indicadores que en una muestra de sangre funcionan como una alerta para el personal de salud.
Buscan algo similar al ya conocido PSA, biomarcador usado para detectar el cáncer de próstata en muestras sanguíneas. Se trata de una investigación dirigida por la doctora en bioquímica Daniela Papademetrio, investigadora y docente de la Cátedra de Inmunología de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
Actualmente están trabajando en la identificación de candidatos, lo que implica el análisis de muestras, un proceso que puede llevar años. “Trabajamos en ponerle un nombre y apellido a los biomarcadores”, contó Papademetrio. “Todas las líneas de investigación están en etapa experimental, etapa previa a poder implementar un tratamiento o un test diagnóstico en pacientes”.
Alertas tempranas
“Un biomarcador es una sustancia o una molécula que nos va a indicar algo. Nosotros buscamos que nos señalen diferentes procesos del cáncer de páncreas, que suelen descubrirse cuando ya es tarde”, explicó la investigadora. “Con el conocimiento actual, es difícil anticiparse, por ello buscamos moléculas que puedan anunciar su llegada antes. También que nos puedan decir cómo está progresando el cáncer y la terapia”.
En estos casos el biomarcador sería una molécula que podría indicar si el cáncer es resistente, o si es más sensible a una terapia, respecto de otra. Puede ser alguna molécula que aparece, aumenta o disminuye durante un proceso oncológico.
“En lo que nosotros estamos más fuertes, es en conocer cómo se comunica el tumor con el sistema inmune. Que es el que se espera que controle y revierta al cáncer, siempre en colaboración con la quimioterapia”, agregó la científica.
En el caso del páncreas, el diagnóstico certero se logra mediante biopsia, una práctica cruenta. Por ello, desarrollar técnicas que permitan el diagnóstico y seguimiento de la enfermedad con una mínima intervención resulta alentador. Así es que la búsqueda en sangre, o biopsia líquida, simplifica el proceso.
“Lo que buscamos son unas microvesículas que el tumor libera y que modifican el ambiente que lo rodea. A la vez atontan al sistema inmune, esto permite que migren y hagan metástasis”, explicó Papademetrio.
Esas vesículas son como unas micro bolsas que hacen circular sustancias entre las células, y se pueden encontrar tanto en sangre, como en orina. Son interesantes para el equipo de investigación porque llevan biomarcadores específicos del tumor que permiten la visualización en las llamadas biopsias líquidas.
“Con chequeos de rutina a los pacientes con factores de riesgo, es decir si sus padres han sufrido cáncer de páncreas o pancreatitis, entre otros, se podría detectar el cáncer a tiempo, antes de que el tumor se haya instalado”, explicó Papademetrio. “A la vez, los biomarcadores permiten saber en qué situación se está cuando el cáncer ya ha aparecido. Ayudaría a saber si es necesario cambiar la quimioterapia, o no, por ejemplo”.
A la caza del biomarcador
Mediante estudios bioinformáticos y estadísticos, el equipo dirigido por Papademetrio puede identificar cuáles podrían ser los biomarcadores indicados. Es un análisis que se hace luego de identificar las proteínas y moléculas que suben o bajan en las situaciones estudiadas.
“Esos datos que encontramos en los análisis de proteómica y bioinformáticos se prueban en los modelos”, contó Papademetrio. “Para ello seleccionamos una molécula y se prueba para saber si puede ser o no un biomarcador”.
El trabajo se inicia con modelos en laboratorio, cultivos de líneas celulares que se obtienen de un tumor. Cuando identifican algo interesante pasan a modelos con animales transgénicos. En estos casos primero se debe pasar por un comité de ética animal, para que las pruebas en animales sean cuidadas.
“Cuando se tiene algún candidato, el estudio continúa con muestras de plasma de pacientes normales, y pacientes con cáncer de páncreas al momento del diagnóstico y a lo largo de los ciclos de quimioterapia. Esto nos habilita a comparar las muestras, y testear si existen o no biomarcadores que puedan indicarnos algo”, agregó la investigadora.
El proceso seguiría con el diseño de un kit para identificar el biomarcador si es que se demostró que era efectivo para proponer como método diagnóstico. Todo el proceso lleva años y depende de un financiamiento estable. Se necesita de una gran cantidad de reactivos, que son importados y caros, en un trabajo de investigación en salud como este.
Colaboración para el progreso
El proyecto liderado por Daniela Papademetrio se está realizando en conjunto con la Red Franco-Argentina de investigaciones en páncreas, en una colaboración muy estrecha entre los dos países, y entre las entidades de investigación que forman parte de la red.
La red fue una iniciativa del médico argentino Juan Iovanna, que hace más de 30 años que está trabajando en Francia. La colaboración entre ambos países ha permitido no sólo acelerar el trabajo de investigación, sino poder generar un intercambio académico, con investigadores yendo a trabajar allá, y otros viniendo al país.
La red cuenta con sede en el Centro de Excelencia de Medicina Traslacional CEMET – Hospital de Alta Complejidad en Red El Cruce, con el que el equipo de la UBA realiza medicina traslacional, que se basa en los avances de la investigación básica para desarrollar nuevos tratamientos y procedimientos médicos. La colaboración le permite al equipo de la UBA poder obtener muestras de pacientes, y llevar la investigación más cerca de la práctica.
“Ya conocemos algunos biomarcadores y estamos en la etapa de ver si eso que encontramos realmente tiene la función que esperamos o predecimos que tenga”, concluyó Papademetrio. “Esperamos encontrar moléculas que nos digan cómo está un tumor, qué está haciendo. No descartamos que a futuro se pueda pensar en un estudio clínico, siempre teniendo la certeza o la convicción de que eso va a funcionar, mejorando la vida de nuestros pacientes”.